Es que nada es cierto, es una simulación y un juego de estrategia, el último que se baje gana. Pero los golpes son reales, las miradas ofensivas duelen en la carne, los que lanzaron la primera piedra siguen con la mano alzada y no para pedir ayuda sino para lanzar una más grande. La que destroce por completo el tablero y lance la fichas al aire sin contar puntos o lanzadas, solo por el genuino goce de ver el mundo arder. Pero no es cierto, nada es cierto. Nos hemos blanqueado las manos para tomar decisiones y hablamos de mentira para sacar verdades. Los dos hemos tenido fichas blancas a las que sacrificamos en peones, damas que se han ido y ninguno tiene la razón comprada. Para ellos yo estoy mal, para mí ellos están perdidos en sus idearios y ninguno está correcto, todo es juego y no somos los buenos.
Siento el cansancio de sostener estrategias, de sostener miradas desafiantes, de tener el letrero de tiro al blanco en la frente y en la espalda y en todos los botones abiertos y que pican donde duele.
Lo que te digan no es cierto, es estrategia de compra venta, me venden como tirana perezosa y me compran al mayoreo para destrozar una figura a placer. No soy yo, lo sé y nada más, pero siento los piquetes amedrentados, los que no te puedes enojar porque es broma, porque pierdes y te bajan del barco.
Lo que te digan de mi, créeles, sí soy un títere de trapo que trae el viento a vuelta y vuelta, sí me importa su desafío y me preocupa desde ya su altanería, soy cobarde y quiero esconderme debajo de la mesa por los próximos 9 meses hasta que es siglo termine, no puedo más con los desencantos del ingrato privilegio de servir a una bola de guerrilleros.
Sí, lo soy, también una perra que defiende con carne a su camada, que se deshace por cumplir las promesas porque no sabe de rendirse porque la ha perrerado y sabe lo que es andar por el mundo sin la luz del lucero que le heredaron y le prometieron. La que defiende sin miedo el castillo, dragona a la que ha conferido su fuerza el mismísimo dueño del cuento.
No puedo dejar de jugar, así destrocemos y rompamos la casa entera, las reglas eran claras desde el primer tirada: nadie llora, nadie se arrepiente… así muera de miedo y me tiemblen hasta los cimientos, así deje después de usar dados y baraja, no abandonaremos las cartas ni lanzaré la piedra sin antes haber gritado ¡hay un vivo aquí! Para poder salvarle la vida.
Total, nada es verdad, todo es mentira y esto es solo un juego de mesa de un cuentero que nos ve y ríe de nuestros problemas, el mismo que nos puso el tablero, las cartas y nos está contando a todos que vamos ganando.