A guardado, a closet. A olvido polvoso.
Al cristalero viejo, el que guarda la taza del pajarito pintado a mano. Esa taza nunca se usó porque nunca hubo un buen momento para celebrar, siempre para la siguiente. Se quedó nueva. Estaba pintada con plomo, nunca es un buen día para morir, decía mi abuelita
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