31/1/24

Belfast.

Juicio. Tres ancianos mirando al futuro declaran desde su plataforma, de este mundo y sus vicios sólo hay dos posibilidades: derribar los muros, cerrar la ciudad, morir en cuerpos humanos para sobrevivir la conciencia o huir del mar olvidando lo que somos. Pisar la tierra seca, armar con dolor una libertad recién nacida. 


Sentencian. Quien decida irse no podrá volver, quien decida quedarse no podrá salir. 

Los muros caerán tras sus razones, solo hay una respuesta correcta y nadie conoce la certeza. 

Todo lo que vemos se caerá o nacerá de nuevo, la vida como ha sido se convulsa para morir. 

Nacerá. 


Testigo. Fui la sirena que vio caer la Atlántida, en pedazos de oro puro se fue hasta el fondo marino la ciudadela y sus campanas. Tuve que mirar aquel remolino y, en las pirámides que caían destruidas, estaba la sensación que me aprisionaba: no podía detener esa caída con la fuerza de mis manos y solo pude verla irse, perdiéndose para siempre, inevitable y 

perfecta profecía.