Nadie ruega por nosotros los perdidos, abandonados, hijos de la tristeza. Desbautizados y vagabundos, rondamos silenciosos por los túneles de la fe. Somos nadie en el mundo, nos han arrancado los rostros y los nombres. Nadie que come y duerme con fiebre, Nadie que llora, Nadie que reza en silencio a un dios en falso positivo. Nadie que gime dolores de un parto sin padres. Porque no tenemos a quien pedir. Nadie, ruega por nosotros.
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