Una vez leí un texto que decía que, después de que la luz de mamá deslumbra está la tenue lucesita de papá, esperando a ser vista, pequeña, humilde y constante. Es la velita en la ventana para los que van llegando sepan por dónde ir.
Cuando la discreta luz de mi papá llega a reñirme por un evento desafortunado o falto de criterio de veras hace arrepentirme de lo atrevido de mis hechos o palabras. La luminosidad continua encandila; y en este caso la luz sutil me desprende una gran tristeza al saber que fallé y despierta la necesidad de enmendar el error.
A pesar que de por un juego brusco me desvió el tabique y que es el complejo de peter pan a todo lo que da, ese hombre con sus primeras canas y bigote tupido, aunque me abraza poco y con reservas, es el hombre más importante de mi vida; sino me importara, no renegaría tanto ni le fastidiaría para pasar tiempo juntos.
Puede no ser el mejor, pero es único, maravilloso y más que nada, es mío.
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