17/6/08

Espantapájaros 1.

“No sé; me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

Está fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma!

Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres… ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. “¡María Luisa! ¡María Luisa!… y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.

Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Que delicia la de tener una mujer tan ligera…, aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes… la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.”



Sr Oliverio Girondo

7 comentarios:

Dimitri dijo...

uju primeras jaja

amor yo te amo mucho

DIM

Fátima dijo...

Espantapajaros.

Me hace recordar que no quiero recordar. Y no es que no quiera hacerlo, es que simplemente duele.


Duele volar.
Pero duele más cortarse las alas propias.

Que estes bien, Ale ^^

· maría dijo...

que rollo mujer

mi preferido ...

¿quien dijo que el hombre no puede volar?

hay formas tan diversas y placenteras...solo hay que usar la imaginacion..

cuidese =P que este bn...

Octavio Aguirre dijo...

Esto me recuerda unas narraciones de una mujer que se llama Niña Yhared, bizarras, pero dignas de leerse.

Si se me dijo que podía volar, ¿por qué el empeño en mantenerme en el suelo?

Saludos.

Samuecchi dijo...

Algún día me lo aprenderé completo.
Ese poema, como usted bien observó, rula sobre mi estilo de vida.

Salud, listos para el café!!

Dimitri dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Dimitri dijo...

yo quisiera volar como lo hace goku jajaja nada que ver

te amo amor