31/8/22

Cuenta regresiva.

 Cierra los ojos, cuenta despacio hacia atrás hasta que solo escuches mi voz. 

Diez. Aquí te siento como si la luz de vela huyera del cabo que te mantiene en vilo. 

Nueve. No sé dónde encontrarte ¿cómo busco tu sonrisa que mira con ojos chiquitos? 

Ocho. Se escapa de mis manos el corazón que brinca de pecho a pecho; en su martilleo el vacío se rompe y busca un abrazo.

Siete. Puedo recitarte de memoria  toda la poesía, si eso te sirve para dormir.

Seis. El silencio entre ambos es solo la respiración del espacio que repetimos. Guárdamelo, y tócalo cuando sientas la distancia.

Cinco. Melquiades dice que  mires todas las cuerdas del mástil, una de ellas te hará libre. Sé que las cortarás todas.

Cuatro. Por el placer de no suponernos al destino vamos a reventar las alforjas, nada me pertenece, todo es nuestro.

Tres. Nárrame una historia para soñar la misma escopeta.

Dos. Comete más errores, salte con la tuya, pierde todo y apuesta al amanecer.

Uno. Si ya has llegado hasta aquí, estás listo para escuchar.

13/8/22

Entonces sho te vi.

 Melancolía es escribir sin respuesta.

7/6/22

Lavadero.

 En esos ataques salvajes de Te extraño me persiguen indomables recuerdos.

En estas emboscadas debo ser cuidadosa pues una palabra fuera de la fila o una invitación malinterpretada, aunque real, podría acabar con años de recuperación. Solo por el placer de ir cantando al martirio, únicamente para desdentarme.

Cuando esto pasa, cuando me muerden y atacan mis propios demonios, te escribo  y quemo hojas. Mis palabras no te lastiman, las ausencias no te atan a mí. Solo dejo correr la tinta y me agoto en esta casa vacía.

16/4/22

Visiones.

 Eres la esfinge que no cambia, en lo perpetuo como puerta de cielo (eres el caudal alegre que se nutre de las lluvias, le bailas misteriosa al gigante que te mira con desdén).

Recorrí tus entrañas desde el principio de los tiempos (la avaricia de retenerte ha dejado cicatrices y ausencias en la piel de mis manos)

Conozco palmo a palmo tus pasiones y las sombras que a nadie le cuentas (Te he pintado un mural de tres metros bajo tierra, cuando la vida te estorbe aquí estaré para abrazarte)

Contienes mi forma, dulce tirano ¿podré engañarte y escurrirme entre tus palabras? (Puedes irte cuanto quieras, siembras rosas en mi casa que no se irán con el invierno).

Mi nombre está tallado en tus laberintos perpetuos. (Eres fuente inmarcesible de belleza ni los astros brillan como tus espejos)



Aquí somos la contención de lo que fluye y no vuelve, el florecer de la piedra y los silencios.

5/2/22

Ladera.

 A un lado del erotismo vive la fragilidad basada en guías rituales, contemplamos el ruido con seguridad y nos formamos en la constelación caótica que gira y se tuerce. Todos los patrones están acordonados, como flechas de un museo. Las palabras diseñaron un estrecho laberinto para llegar al origen o salir de él; dejadas al centro del sendero, las migajas confundidas con pedacitos de letras dan orden al final del recorrido. Cuando se unen  y forman el mensaje restablecido, las palabras aparece solas. No es necesario decirlas. Ya nacieron libres.