Pero mis ojos/
se mueren sin mirar tus ojos
De todos los derroteros que no crucé, fue el tus ojos el que más dolió, me até al mástil y esperé que llegaras, bajo el fuego enemigo de las miradas desconocidas, bajo el trepidar de las ansiosas manos que no eran las tuyas.
Jamás volví a surcar tus silencios, ni traté de cortar los hilos quemados de las palabras dichas a oscuras. Mi deseo era esperar y mi destino estaba en las manos que me escribían, las manos que tocaron y tocaron y tocaron. Música, libros y piel.
Aguardé tus ojos como si nada más hubiera estado frente a mí, ni la tormenta ni la calma, solo tu nombre y el acecho.
Esperé como se espera que un día, como se espera que una noche la tempestad nos aniquile o nos perdone. Fue en la esperanza que me fue la vida y ya sin vida, miré sin buscar tu ojos. Todo había terminado, solo quedaba navegar
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