Las Navidades me gustan hasta que debo ir a comer con mis tíos y primos, cierto que la sangre llama pero en este caso no hubo buenos acuerdos, les cuento: la abuela fallece y ahora todos parecen querernos mucho cuando los últimos años nos trataban de apestados. Esto por las continuas quejas proferidas por su desaparecida acción con Doña Lila, así como por la falta de interés en apoyar a mis papás en el cuidado. Por el lado de mi esposo, su familia es más joven y menos problemática, muchas veces me caen mejor que mis primos que me daban infierno cuando éramos niños; con mis tíos hay menos problema y percibo menos hostilidad.
A veces es bueno ver a la familia, nomás para saber que todo sigue igual.