Parto del supuesto equivocado de que te interesa lo que trato de enseñarte. Que si no llevo algo para tí es aburrido y si lo llevo ni lo miras. Si te ayudo cuando no aprendiste no estoy ayudándote sino mandando al carajo mi esfuerzo y el de los demás, pero tu te enojas por que van a castigarte un fin de semana y me echas una cara desprecio.
Si paso por alto una grosería por darle espacio a tu edad e inmadurez, vas a seguir haciendo lo que se te antoja, y causará en el futuro muchos más problemas de los que piensas, pero si te reprendo me gritas, enfureces y crees que yo tengo la culpa por no dejarte expresar tus emociones.
Quieres que a veces se cumpla lo que prometo, sobre todo si se trata de un premio; pero si es algo que te advertí como consecuencia esperas que me ablande y te diga que a la próxima sí le pongas entusiasmo. Pides una segunda oportunidad con esos ojitos de chachorro y si no acepto me miras con verdadero odio, como si fuera mi error.
Tienes la idea de que sabes más que yo, y quizás sea cierto en algunos puntos, pero tengo más experiencia. Y debes respetarme, así como respeto tus opiniones y tu esencia. Y no me pongas apodos, por que de todos modos voy a enterarme y cuando pase enseguida de ti y lo digas en secreto sabre que fuiste tu, soy sorda no lefia.
Y si eso es ahorita,¿Qué será cuando sean míos?
1 comentario:
No pude evitar hacer de este texto, algo mío.
Me disculpo por ello.
Pero seguro (estoy muy seguro) ustedes sabrán qué hacer sin él.
Yo no.
Salud
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